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Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñes.
José Ortega y Gasset (1883-1955)
El problema no es el mundo y sus cosas. El problema está en la mente que maquina y ejecuta el uso de esas cosas de forma inapropiada.
Karoll Lyseth Cuevas Mendoza.
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"Todo juego es, antes que nada, una actividad libre. (...) El niño y el animal juegan porque encuentran gusto en ello, y en esto consiste su libertad."
Johan Huizinga.
(Homo Ludens)
EL JUEGO Y EL GOCE
"... Cuando pienso en algo que, para mí, es muy interesante, cuando algo me gusta intensamente, inmediatamente mi pensamiento ejerce un efecto sobre el centro físico del placer, que es el sistema límbico. Existe una influencia del tálamo sobre la corteza prefrontal y recíprocamente."
Yvon Saint - Arnaud
El juego es la oportunidad de escapar de la vida real. El niño sabe que en el juego su rol no es real, actúa para él y disfruta haciéndolo de la mejor manera; para cuando deja de sentir placer en lo que hace, cambia de actividad porque es libre. Esa es una característica importante que se debe destacar cuando de juego se hable. Un juego por obligación no es juego porque, sencillamente, no es placentero.
Un hombre cuando juega, maneja la misma oportunidad de libertad; pero al crecer se llega a olvidar el placer que se encuentra al jugar y que le permite, entonces, vivir de manera más tranquila su mundo real.
El niño o niña juega como necesidad vital, porque es a partir de estas actividades que se desarrolla social, emocional y cognoscitivamente. Su cuerpo es el instrumento que usa para relacionarse con su mundo y por ello es imprescindible que lo explore y lo conquiste fomentando así, el desarrollo muscular, la coordinación, el equilibrio y la habilidad manual. Con esta conquista, que resulta ser la punta de un iceberg maravilloso, el o la infante logrará conquistas psicológicas permitiéndole disminuir la agresividad, exteriorizar sus temores, afianzar sus talentos, para alcanzar una mejor relación social.
También a nivel social, el juego le proporciona la idea de "Manejo Adecuado de las Reglas" que le permitirán ampliar un concepto de su propia conducta y, claro que sí, de juzgar la conducta del otro a quien observa. Con ello involucra valores sociales que le permitirán la consecución de una ciudadanía sana.
Para Decroly y Montessori, "El juego es el principio fundamental de la educación" y no son ellos unos necios al expresarlo. Su trabajo pedagógico rinde cuenta de lo veraz de esta premisa. Aquel quien ingrese a un aula de clase y no encuentre placer en el estudio puede saber que no está aprendiendo porque pronto olvidará los conceptos que a fuerza archivó en su cerebro.
No se debe olvidar que al observar cómo juegan los niños, el docente y el adulto en general, puede hacerse a una idea del estado emocional, intelectual, afectivo y hasta la personalidad del observado. Es un gran punto de partida que no se debe desperdiciar para entender de qué manera estrechar el vínculo docente-estudiante y cuál es la mejor forma de fortalecer el proceso de aprendizaje.
El juego es una estrategia y como tal debe contar con todas las etapas previas y posteriores a su ejecución. También a la evaluación rigurosa por parte del docente durante su ejecución.
Si bien, el niño debe ser libre, espontáneo durante el juego, el papel del docente es tan riguroso que no se debe permitir la oportunidad para que se escape un detalle.
Todo juego llevado al aula debe tener unos objetivos claros; una evaluación preestablecida durante su ejecución para que al llegar a las conclusiones de la jornada se pueda saber claramente si se cumplieron las metas propuestas.
Si un niño no desea jugar, no se debe obligar; por el contrario, será tarea del maestro llegar al fondo del motivo que desencadena esa conducta en el dicente.
Los intrumentos, tales como rúbricas y formatos de evaluación deben ser planeados con la finalidad de facilitar la evaluación durante la ejecución de la actividad para ser más claros al momento de concretizar las conclusiones.
